sábado, 8 de diciembre de 2018

De armas tomar



Mi vida era normal hasta que un buen día escuché hablar a uno de los leones rampantes del escudo familiar. No sé bien si fue a causa del vino que me empapaba el gaznate o por efecto del calor que el fuego de aquella chimenea irradiaba por el enorme salón, pero lo cierto es que, recuperado del estupor inicial, oí con total nitidez rugir a la bestia. Me escupió a la cara la deshonra que mi persona causaba a nuestro linaje, acusándome de la desmesura con la que había dilapidado la fortuna familiar.
Quise ignorar la reprimenda de semejante alucinación, pero un gruñido aún más fiero me heló la sangre, obligándome a recular por la estancia. El animal me tachaba de holgazán y vividor, términos que aceptaba sin rechistar, pues razón no le faltaba; mas me ofendió sobremanera que atacara mi proceder para con el servicio, ya que, si bien me demoraba en el pago a las doncellas, las compensaba convenientemente con otro tipo de favores que parecían satisfacerlas por completo. En esta justificación me hallaba, cuando los muros del castillo retumbaron por la ira del felino inquisidor.
No fue hasta que mi visión me ordenó abrazar un camino de rectitud y decoro, buscando un trabajo de provecho, cuando vi amenazada de muerte mi placentera existencia; y entonces tomé la espada de una vieja armadura y me dispuse a silenciar semejante despropósito con una certera estocada sobre aquel enemigo feroz.
Pero cuán pavoroso fue descubrir que, tras aquel escudo de armas, se escondía en realidad el fantasma del antepasado más respetado y temido de nuestra familia. Allí mismo se desvanecieron mi valor y hombría, porque ya se sabe que el león no es tan fiero como lo pintan, pero la tía Eduvigis... ¡Ay!, eso es harina de otro costal.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Cazadores de libros

                              


Al entrar en el vagón, descubrí aquel ejemplar abandonado. Tenía las cicatrices de los libros mil veces cazados y en él se leían los nombres que hicieron suya aquella historia de corsarios. Esas firmas debieron mutar su naturaleza, pues, al abrirlo, una ola me arrastró hasta mi parada, a cuatro mareas de distancia.
Cuando volví a la realidad, aún salía arena de mis bolsillos; y, como si fuera un tesoro, lo liberé en el mismo lugar donde lo encontré.
Supe que había sido presa fácil al cruzarme con aquella chica que, desorientada, caminaba por el andén empapada de mar.

       Finalista en el IV Concurso de Microrrelatos del Ayuntamiento de Godella (Valencia).

lunes, 12 de noviembre de 2018

Quemadas



Un curioso cambio se está gestando en mamá desde hace unas semanas. El aburrimiento ha hecho que le crezcan telarañas en los párpados, y la tensión de su cuerpo reverbera en sus tacones, que dejan al andar pequeños agujeros en el suelo donde jugamos a las canicas.
Todo hace sospechar que se ha vuelto alérgica a la atmósfera que se respira en casa. Primero fueron esos estornudos que escupían palabras a velocidad supersónica y se clavaban en las paredes; después llegaron sus extraños golpes de tos. A cada beso de papá, tose tres veces y, cuando parece estar a punto de ahogarse, expulsa por la boca una mariposa que escapa volando.
Esta mañana, mientras calentaba el café y el pan, observamos que era su cabeza la que empezaba a echar humo. Los pelos se le han puesto tan de punta, que ha tenido que salir corriendo para que la vecina le sujetara esas ideas que se le habían enredado en el cabello. Se ve que la laca no ha servido de mucho, porque de pronto mamá ha aparecido toda desmelenada, anunciando que se iba a tomar el aire. Algo huele a chamusquina en nuestro hogar. Y no son las tostadas.

Publicado en la Antología 2018 (Claroscuros) del Concurso de Relatos Cortos de «Esta Noche Te Cuento».

viernes, 2 de noviembre de 2018

Ojo por ojo

                            
                                


Cuentan que, en las noches de otoño, una sombra se pasea sigilosa por el camposanto. Cuando nadie observa, su huesuda y oscura mano roba alguna foto infantil ajada por el impío paso del tiempo, y se lleva consigo los recuerdos que los seres queridos dejaron sobre sus tumbas. Los jóvenes espíritus, aún inexpertos en el deambular de las almas, la acompañan como ratones tras un flautista embrujado y siguen el rastro de sus muñecas y peluches: los únicos objetos que aún los mantienen prendidos a este mundo.
Desde que la vieja Guadalupe empezó sus incursiones, el cementerio de los gringos se ha vuelto silencioso en el día de los muertos, mientras que en su casa las risas atraviesan las paredes y los niños invisibles juegan sin parar en un idioma extranjero. No le importa que esas criaturas no le pertenezcan. Ellos le arrebataron la vida de sus nietos cuando intentaban cruzar la frontera de México. Ahora ella les quitará la muerte y la memoria de sus ancestros.

sábado, 13 de octubre de 2018

La bruja



No fue mi intención pisar al chihuahua de aquella señora mientras jugaba en el parque con mi labrador, y mucho menos romperle una oreja. Debía ser como un hijo para ella, porque el minúsculo animal iba ataviado con un pijama azul y un chupete colgado del collar. No hubo disculpa válida para consolar a la mujer que, mientras se marchaba, profirió una maldición que me dejó de piedra. Literalmente. 
Cuando me ha encontrado el guarda, ha pensado que la ropa que ondea sobre mi inmóvil figura es fruto de una gamberrada, y ha decidido acomodarme entre las estatuas del estanque como mi madre me trajo al mundo. Lo cierto es que las miraditas de las féminas que pasan son de lo más estimulantes. Pero me preocupa mi perro, que se ha quedado solo dando vueltas por el césped, preguntándose dónde diablos han ido a parar su amo y su frisbee favorito.

jueves, 11 de octubre de 2018

Ángeles negros




La tierra, explotada por los hombres, se pudre bajo sus propios pies. Nosotros, con los candiles encendidos, solo esperamos el desenlace. Se abren grietas en las entrañas y los mares devoran las costas. Antes de que se hundan las murallas, caerán las almenas. Nadie percibe este juego sutil en el inmenso tablero de la vida.
Lo primero será esa pequeña torre inclinada que, como una trampa de ratón, los atrae junto a sus cimientos. Los cachorros humanos son los más fáciles de cazar. No nos alimentamos de muerte, sino de desesperanza. Las almas de los mortales que han perdido a un hijo son las más vulnerables. Así formaremos nuestro ejército.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Elvis Pelvis



Cada noche, Euterpe desciende del Olimpo para recorrer las calles de la ciudad y, con la malicia y la voracidad de una diosa convertida en mortal, deleita a los hombres que se detienen a escucharla. La música de su flauta atrapa los sentidos y, mientras sus labios hacen suyo el instrumento, sus dedos suben y bajan con destreza en una visión casi hipnótica.
Un joven guitarrista, que emerge de la boca del metro, cae en la estudiada trampa de la musa y, atrapado en su melodía celestial, conduce a la hambrienta flautista hasta su guarida de ratón. Ella, vestida de docilidad, le regala el compás de un cuerpo de almíbar y se afana solícita con la siguiente embestida. Pero, ¡ay, pobre deidad! No cuenta con que esta vez un movimiento extraordinario de caderas la hará entrar en éxtasis y ya no deseará otro ritmo.
―Esto es rock and roll, nena ―le susurra el músico, jadeante―. Luego, si quieres, te muestro también cómo suena.

lunes, 1 de octubre de 2018

Encrucijadas




Dicen que, en algún momento de la vida, los destinos se bifurcan y elegimos qué dirección tomar. Las almas puras escogen senderos sin asfaltar que las conectan con la tierra, se elevan por encima de las tentaciones, y se quedan prendidas en los campanarios. Las más intrépidas se lanzan en picado y entran en la ciudad, donde pasean por calles de alquitrán y palpitan al ritmo de emociones mundanas.
No importa cuánto se oscurezcan en el viaje; al final, una fresca lluvia de inocencia les devuelve su color limpio y brillante. Pero cuentan que algunas de ellas se pierden en negros callejones y portan paraguas a prueba de lágrimas. Las reconoceréis porque, al ocupar su forma humana, no dejan de vigilar sus espaldas. Todas confían en encontrar la sombra de la infancia que un día abandonaron al doblar la esquina.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Odio las bicicletas

        


       Un globo azul trataba de esquivar la multitud sobre la acera. Finalmente consiguió doblar la primera esquina y, tras él, en una inesperada carrera multicolor, le fueron siguiendo tres globos rojos, dos naranjas y uno morado. La chica estaba sentada en uno de los bancos de la plaza, en la parte trasera de la catedral, y observaba sorprendida cómo aquel colorido grupo ascendía vertiginosamente en dirección al cielo. Pensó que tal vez era una señal. El preámbulo de un día emocionante y feliz. No importaba si él llegaba algo tarde a la cita. Estaba segura de que aparecería. 
       Treinta minutos después miró el reloj para comprobar la hora. El retraso había devorado el tiempo cortés de espera y empezaba a tragarse una tras otra sus expectativas. Volvió a contemplar el azul de aquella soleada mañana y observó que ya no quedaba ni rastro de esos falsos mensajeros de colores. Debía haberle pedido el teléfono cuando la besó la noche anterior. Pero simplemente habían quedado en volverse a ver justo en aquel lugar.
       Mientras cruzaba la plaza de regreso a casa, ensimismada en su propia decepción, no llegó a percatarse de la gente que se arremolinaba una calle más abajo. Quizás, si lo hubiera hecho, habría podido descubrir a aquel chico malherido y aún en el suelo junto a su bici, maldiciendo al vendedor de globos que se había cruzado en su camino.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Otro camino

       

       
Cuando pierdes a un hijo, el dolor te agota el alma hasta robarte la consciencia. Solo los sueños te devuelven intactos los recuerdos de toda una vida.
Regreso a aquella despedida en la que voló de nuestro lado, a los viajes en familia años atrás, a las risas infantiles, a ti y a mí proyectando un futuro. Y un deseo fugaz despierta el anhelo de escapar de esta angustia.
Al abrir los ojos, me aparto contrariada del abrazo de un desconocido sobre el que me quedé dormida. Él sonríe, preguntando mi nombre, y una punzada en el corazón me disuade de contestar. Mi joven reflejo en el cristal es lo último que contemplo antes de abandonar el vagón.

viernes, 24 de agosto de 2018

La vida en lino y algodón





Tras las sábanas tendidas al sol, se dibujaba la ira de mi madre, mientras Manuela asistía divertida a la consecuencia de nuestras escapadas. Yo mantenía estoicamente el tipo, sabiéndola escondida, encaramada a nuestro árbol; y dejaba resbalar impertérrito los castigos, pues su compañía salvaje y vital me compensaba de cualquier cosa.
Delante de los mismos lienzos blancos, prendidos sobre los cordeles que ataron nuestros anhelos, se estamparon las sombras chinescas de nuestros primeros besos de juventud. Una promesa de amor eterno grabada en sus ojos y en el tronco donde ya dormían nuestros juegos.
Solo cuando alcancé a rozar sus sueños, sobre el hilo níveo de nuestra cama, supe lo que era sentir su alma para siempre. Y nuestros cuerpos se fundieron mil veces en esa verdad a gritos. Y el tiempo nos rindió a la madurez.
Nadie está preparado. Nunca. La muerte dejó caer la losa frente a mis pies y el velo de la noche más cruel tapó su rostro con aquella sábana helada. Solo ha quedado mi fantasma. Y mi hija. Y la ausencia de reprimendas de una madre, que hoy vuelven a mi memoria.

miércoles, 4 de julio de 2018

Almas ajenas


Ellos no entienden la sed, ni el dolor de mi piel herida por el sol. Gritan que su playa no me pertenece; que no podré alcanzar tierra firme.
Llevo horas observando mis pies descalzos sobre el eterno bamboleo del mar. Hoy no me reconozco en los ojos de aquellos que creía de mi misma especie.
Quizás padre no mentía en aquellos cuentos infantiles, y yo sea una sirena. Tal vez solo tenga que saltar.

martes, 26 de junio de 2018

Biografía



Vendo alma libre encuadernada en piel egipcia.
Se trata de una obra inmaterial con grabados originales, indelebles al paso del tiempo.
Todos los elementos que la componen se han respetado desde su nacimiento. El interior está poblado de historias frágiles, por lo que su extrema sensibilidad requiere de manos expertas en el noble arte de la restauración.
Una pieza tentadora para quien guste del reto de transformarla. Su estado, algo deteriorado, necesita nuevas puntadas en superficie; las costuras profundas se mantienen intactas uniendo los secretos que un lector de libros imposibles sabrá interpretar. Lamentablemente no se garantiza la recuperación de las zonas perdidas de este ejemplar.
Deseo desprenderme de ella por razones sentimentales, siendo condición sine qua non una entrevista personal con el interesado en comprarla.
Abstenerse diablos y coleccionistas.


Seleccionado para la Antología del VI Premio de Microrrelatos «Colectivo Manuel J. Peláez».


sábado, 9 de junio de 2018

_UERTE





Deseó que fuera una ese, para ganar la partida al destino por una vez en la vida.  O una efe, y así soportar estoicamente la lluvia de collejas e insultos que solían empaparlo en el parque cada día. Pero la letra correcta resultó ser una eme, y todos se mofaron de su torpeza. 
Completó el sustantivo con el dedo en el suelo de arena, y escaló hasta lo alto de un castaño. El chasquido del cinturón y el ligero bamboleo de su cuerpo en el aire dieron por concluido el pasatiempo. Ninguno de aquellos niños volvería a jugar al ahorcado.

domingo, 3 de junio de 2018

Costuras


       
      A sabiendas de que nadie me observa, ensayo mi cara de domingo frente al espejo. Los arcos de mis cejas dibujan dos paréntesis en retirada; no consiguen aclarar esta mirada perdida. La culpa es de la fugaz imagen de tu beso al despertar, que se ha quedado prendida bajo mis párpados. Con un leve pestañeo cae en el lavabo y es arrastrada por un chorro de agua fría. Por un momento he recordado la sed que me provoca tu cercanía, y mis mejillas se han arrebolado.
Con la vista puesta en mi rostro, busco el fino hilo que borda las comisuras de mis labios y, suavemente, tiro de él hasta encontrar el equilibrio de una sonrisa perfecta; la anudo fuerte a nuestros días de sofá y manta, a los paseos por la playa, a las rutinas de hogar y sábanas empapadas. Estrenando la primera sonrisa del día, me giro despacio sobre mis talones para mostrarle al mundo mi feliz semblante.
Pero entonces recuerdo que me dejaste hace dos días, y la daga afilada de tu abandono descose con brusquedad los hilvanes. Y de nuevo aparece esa oscura mueca de infinita tristeza que me desbarata la estudiada pose.


viernes, 20 de abril de 2018

Medidas desesperadas



Metió la dinamita en un libro, y encendió la mecha. Al explotar, las letras cayeron formando más palabras. La inspiración llegaría.
Por las buenas o por las malas, sería escritora.


Ganador del I Certamen de Microrrelatos «Villacañas 3 minutos», del Ayuntamiento de Villacañas (Toledo), en la categoría Sueños. 

viernes, 6 de abril de 2018

Conmemoración


La delgada lámina de titanio se desliza hacia un lado y deja al descubierto un enorme ventanal. El anciano contempla el entramado gris de las vías por donde circulan las cápsulas escolares. El vehículo se detiene y bajan los escasos alumnos que acuden hasta este lugar. La gente apenas se mueve ya de sus casas. No hay nada ahí fuera que no puedan hacer a través del circuito tecnológico que gobierna sus vidas.
Pero el Centro Cognitivo Conmemoración es un espacio fuera de lo común; una institución capaz de proporcionar a los niños unos conocimientos que no aprenderán en ningún otro sitio. Él mismo ha escogido los pupilos más receptivos, y los prepara para experimentar unas sensaciones que la ciencia ha arrancado del corazón humano. Sabedor de ser el último eslabón de una cadena que está a punto de romperse, ha logrado encontrar la manera de devolver al mundo las emociones perdidas. Él es el creador del Sintetizador de Nostalgias, una máquina que garantizará la permanencia de la verdadera esencia del hombre. 
Los estudiantes se van recostando en las cabinas acolchadas de la sala y, cuando se hace el silencio, baja la intensidad de los leds. El viejo científico sale sin hacer ruido. Se dirige al exterior del enorme edificio, y contempla el cielo. Probablemente, la enorme bóveda azul es lo único que no ha cambiado en el paisaje que se abre ante sus ojos. Ahora, todo cuanto le rodea es metal, vidrio e innovadoras aleaciones. Los colores se han vuelto demasiado artificiales, y añora las tonalidades perdidas de la naturaleza. Pero aquello queda demasiado lejos, justo al otro lado de la enorme muralla que rodea la ciudad. Piensa que lo mejor hubiera sido que aquel inmenso agujero en la capa de ozono hubiera acabado arrasándolo todo para dar paso a otras formas de vida menos destructivas.
Sin embargo, era obvio que el instinto de supervivencia los iba a llevar a alcanzar una solución: consiguieron desarrollar una barrera protectora para su deteriorado planeta. El nuevo Estado es quien controla la meteorología y todos los ciclos ambientales. Mientras, el hombre, que ha estado a punto de destruir las fuentes fundamentales de la vida, es obligado a mantenerse alejado de ellas. Es una manera cruel de garantizar la subsistencia de la Tierra, que queda fuera del alcance de la población. A nadie parece importarle. El mundo virtual ha absorbido de tal manera la atención general que nadie mira hacia fuera ni se percata de los cambios que se están generando alrededor de sus espacios.
El viejo maestro suspira resignado. Con movimientos pausados, regresa al interior. Se siente especialmente cansado. Sus alumnos le esperan en la Sala de Recuperación Sensorial. Uno de ellos se sacude los pies descalzos con las manos.
―¿Dónde estuviste hoy, Ulises? ―pregunta al chico.
―En la playa, maestro. Caminar por la arena húmeda ha sido muy agradable.
El hombre sonríe. Recuerda aquel momento como si hubiera sucedido el día anterior, y ya han pasado más de sesenta años desde que disfrutó de aquel paseo junto al mar. Cada uno de ellos va relatando las sensaciones del ejercicio: la brisa del amanecer en la cima de una montaña, el sabor de la fruta recién cogida, una siesta sobre un campo de hierba, un chapuzón en un manantial de agua clara, el calor de una fogata... El hombre atiende complacido a cada una de las emociones que aquellos chicos han experimentado gracias a su invento.
Ha logrado que sus recuerdos personales queden fijados con imágenes y percepciones para poder compartirlos con ellos. Pero no solo hace que revivan recuerdos en el interior de su cerebro que les son ajenos. Es algo mucho más trascendental: genera añoranzas; despierta en sus estudiantes la necesidad de volver a sentir todo aquello, una vez desconectados de sus receptores. Sabe que, cuando su generación desaparezca, ya no quedará la posibilidad de dejar más nostalgias repartidas por el planeta. Confía en que Conmemoración tenga el mismo éxito en el resto de ciudades.
Se retira cansado a su despacho, donde una cama ergonómica le invita a dejar caer su fatigado cuerpo. Por un instante, siente la necesidad de incorporar una última sensación, ya olvidada, a su almacén de vivencias. Del interior de una caja, saca una vieja pipa, una lata de picadura y una cajetilla de cerillas; los tres objetos se mantienen intactos. Con un estudiado ritual, procede a encender la cazoleta, y la intensa calada impregna el aire de un olor inconfundible, deleitando cada célula de su cuerpo. Como es previsible, un dispositivo de alarma se ilumina en lo alto de la habitación y comienza a sonar. La autoridad estatal no tardará en aparecer para localizar la presencia de humos no autorizada.
Se apresura a conectarse al emisor central de su máquina, dispuesto a dejar grabado aquel recuerdo. Ya con los ojos cerrados, se concentra en el aroma a menta y tabaco que aún persiste en el ambiente, y se ve acompañando a su padre en una de aquellas fabulosas tardes de pesca. A él le encantaba encenderle su preciosa cachimba de madera.
El viejo maestro va sintiendo cómo las luces se difuminan poco a poco a su alrededor, y un resplandeciente camino se abre ante él. Una voz paternal golpea su conciencia al mismo ritmo que los latidos de su corazón se van ralentizando. Al sentir que su final está cerca, sopesa la posibilidad de que su última emisión consiga transmitir el tránsito de la vida a la muerte. Todos sus discípulos sabrían entonces lo que se siente al pasar al otro lado. 
El mundo está hambriento de hombres sin miedo a extinguirse, ansiosos por recuperar aquellas experiencias de las que han sido privados. Una nueva generación de guerreros surgirá en este lugar; un ejército dispuesto a vivir como verdaderos seres humanos. Ellos serán los que consigan derrumbar la descomunal fortaleza. Son la única esperanza.

Un pitido intenso y continuo indica que el Sintetizador de Nostalgias ha finalizado la grabación con éxito.

miércoles, 31 de enero de 2018

La tela de araña






La letra de una canción se hilvana como una telaraña invisible bajo los dedos de la compositora. Así es como ella suele crear: teje palabras que vibran al tocar el aire e imprime en ellas un mensaje inolvidable. Su obra tiene la resistencia suficiente para soportar la fuerza de una tormenta eléctrica. 
Sabe que, cuando él coja la guitarra y lance su voz al vacío, se convertirá en un pararrayos humano. Recibirá la corriente de mil voces coreando sus temas en mitad de un concierto, y la batería arrancará truenos que harán saltar chispas en el auditorio. Antes de que cese la música, los insistentes acordes habrán empapado los sentidos como un mantra, y todos habrán caído en su tela. 
En este mundo, las arañas saben encender tormentas en las masas. No importa el paso del tiempo ni el lugar donde se genere el primer relámpago. Hoy no hay veneno más adictivo que los ritmos que encienden la red.


viernes, 19 de enero de 2018

El regreso de las palabras




Desde el portal, Manuela observa la fachada de la nueva biblioteca. El noble edificio, ahora restaurado, parece dispuesto a recuperar ese aire señorial que había quedado impreso en sus recuerdos infantiles. Aquel espacio lleno de libros prestados acompañó su vida hasta su cierre definitivo. La tristeza que le ocasionó tal despropósito fue compensada con las inquietudes de un profesor de literatura que se cruzó en su camino, y al que amó hasta el final. Miguel inundó el hogar de maravillosos ejemplares; unos heredados y otros adquiridos en antiguas librerías durante los viajes que hicieron.
Manuela mira la tarjeta. Aunque le ilusiona acudir a la reinauguración, siente un hondo pesar. Cualquier libro le recordará a esos otros que empeñó para poder sostener sus rutinas más sencillas. Especialmente, el manuscrito de pergamino encuadernado en piel que tanto apreciaba su esposo. No necesitaba el importe que le habían dado por el valioso tomo, pero hubiera sido imposible entregarlo a pedazos. Esperaba que él ya la hubiese perdonado. Ahora, buscaba reconciliarse consigo misma.
El corazón se le encoge, una vez más, convencida de que jamás volverá a tenerlo en sus manos. De nuevo lee las escuetas líneas de la nota, y le agrada comprobar que se han tomado la molestia de poner su nombre en ella. Le sorprende el titánico esfuerzo que ha debido hacer la fundación para incluir en la invitación a cada vecino. Ignora que aquella misiva solo es para ella.
Lo descubre cuando consigue que la curiosidad supere a sus sombras y entra en el edificio.
―Bienvenida, señora ―saluda un miembro del comité de bienvenida entre el bullicio―. Gracias por haber venido. Pensamos que a la anterior propietaria de este tesoro le gustaría saber que hemos querido darle el mejor destino.
En el vestíbulo principal, en una vitrina dispuesta sobre un pie de mármol, duermen las páginas de un manuscrito muy especial.
Manuela no puede dejar de temblar de emoción.



viernes, 5 de enero de 2018

«TEAmo»


Hoy tampoco le acompaño hasta el andén. Aunque está nervioso, no parece asustado con el parpadeo de las luces, ni con las conversaciones a su alrededor; hemos practicado mucho. No quiere volver a pedirme que le lleve al instituto en coche.
La llegada del metro le produce vértigo y se tapa los oídos. Ahora es cuando deja de ser invisible. La gente le observa extrañada. Él retrocede.
―¡Hola, Nacho!
Es Ana, la compañera de la que siempre habla. Le tiende la mano y le mira a los ojos. 
―Ven conmigo ―le anima.
Solo necesitaba que alguien pudiera verle. 
Reto conseguido. 

jueves, 4 de enero de 2018

lunes, 1 de enero de 2018

De herencias y musas

    

       Cuando la noche lograba sobornar al silencio de nuestra casa, se ablandaban las baldosas del pasillo. Entonces solía caminar a hurtadillas hasta el dormitorio de mi madre, donde la observaba suspirar frente a su cuaderno. En aquel preciso lugar, como el secreto mejor guardado, era testigo de un acontecimiento sobrenatural: unos minúsculos seres luminosos surgían de entre sus cabellos como chispas, salían disparados en giros imposibles e iluminaban toda la habitación. En ese instante, su rostro adquiría una peculiar tonalidad dorada y, con una inusual energía, comenzaba a componer sin descanso sus historias.
Yo permanecía escondida hasta que el brillante espectáculo iba apagando su fulgor y, vencida por el cansancio, regresaba a mi cama con el pensamiento lleno de sueños y fantasías nuevas.
Pero no fue hasta que aquella noche apoyé mi cabeza sobre mi almohada, cuando percibí el parpadeo de una de esas criaturas atrapada entre mis rizos.
Nunca se lo conté a nadie, pero a la mañana siguiente amanecí con mi primer verso escrito sobre la palma de mi mano.

Publicado en la Antología 2017 (Aletreos) del Concurso de Relatos Cortos de «Esta Noche Te Cuento».